Movimiento mundial de rebeldías

 

El neoliberalismo, esa modalidad de la lucha capitalista por la dominación de todo tipo de vida en el planeta1, por el sometimiento de cuerpos y mentes a la implacable y desquiciada maquinaria de expropiación, sustentada en la apropiación de la ciencia y de sus condiciones de despliegue, está inevitablemente generando su propia negación.

El extremismo con el que se impulsó la implantación de relaciones de mercado en todos los ámbitos de la vida social, rompiendo la demarcación entre producción y consumo, trabajo y recreación, público y privado, fábrica y sociedad, y el alcance universal de este proceso articulador(fragmentador, globalizador)atomizador, hizo emerger desde todos los poros del sistema de dominación así creado un sinúmero de inconformidades, resistencias y rebeldías que han ido reconociéndose entre sí y estableciendo espacios comunes (Ceceña, 1996).

La irrupción de la dominación capitalista en los ámbitos de construcción de la subjetividad y la cultura exacerbó y puso en evidencia conflictos e insumisiones que habían resistido diferentes formas de explotación (reivindicando sus espacios propios de socialidad y generación de identidades e imaginarios), creando las condiciones de articulación de rebeldías y luchas por la libertad, por la autonomía y autodeterminación, por la diferencia, por la subjetividad y, sobre todo, por la intersubjetividad y la creación de colectivos de reconocimiento mutuo en los que todos “somos iguales porque somos diferentes” (CCRI-CG del EZLN, 1996).

La transgresión de la fábrica como ámbito de circunscripción de la explotación; la ampliación de los procesos de trabajo hacia las otras dimensiones de la vida social; el salto de calidad en los procesos de trabajo hacia la apropiación/objetivación no sólo de los saberes en sentido general sino particularmente de los procesos de trabajo mentales; y la dimensión alcanzada por la polarización social, complejizan la conflictiva social y la dinámica de la dominación, de manera que la relación trabajo asalariado-capital es insuficiente para aprehender la dialéctica y significación(es) de las relaciones sociales.

No bastan los mecanismos económicos de subordinación para garantizar el funcionamiento de la maquinaria social capitalista. Puesto que ni el desarrollo tecnológico ni el incremento en las capacidades productivas conduce a un aligeramiento general de los apremios materiales sino a su contrario, la expropiación de capacidades políticas, y de la política misma, forma parte insoslayable de la pervivencia de la sociedad, tal y como ha sido históricamente diseñada por el capital. La conculcación del imaginario libre, autónomo, diferente, libertario, es, en el mismo sentido, soporte de una legitimación que suplanta la pertinencia con silenciamientos, e instrumento de contención de la creatividad y vitalidad del colectivo social.

La dificultad de subordinar la subjetividad, el enfrentamiento de un proletariado crecientemente diverso y versátil y la insustentabilidad orgánica de un sistema de dominación que, en el momento de un nuevo despliegue de sus fuerzas concentradoras y expropiadoras, sólo crea destruyendo, que se sustenta en la negación del otro y que por tanto es incapaz de superarse a sí mismo, han sido causa de un afloramiento de resistencias que ocurre simultáneamente en todo el planeta.

Si bien la negación de la subjetividad, la fragmentación social y la creación de la otredad son también elementos sustanciales de soporte de la dominación (Ceceña, 1996 y 1997), su exacerbación contemporánea, al grado de generar procesos de exclusión absoluta, parece estar siendo motivo de una reacción generalizada de búsqueda de nuevos horizontes que llama a parafrasear a Marx sobre aquello de que la sublevación toma cuerpo cuando lo único que se puede perder son las cadenas. No obstante, esos procesos de exclusión absoluta son también, en muchas ocasiones, generadores de autodestrucción. En ese sentido, las condiciones de posibilidad que han permitido una irrupción masiva y planetaria en los últimos años, han requerido de una subversión del pensamiento, de una desalienación del imaginario, capaz de desatar utopías y romper la unicidad del discurso de la dominación.

La hipótesis más fuerte que surge de una revisión cuidadosa de los procesos de resistencia contemporáneos es que la revuelta zapatista constituye el elemento de contraste que rompe la dinámica de la imposibilidad o fatalidad construida por el discurso dominante. Y a partir de esta confrontación, que en un primer momento aparece como fuera de tiempo y lugar, se genera un proceso de desenajenación acelerada y de resignificación y reconstrucción de las utopías.

Y en este gran momento de insubordinación confluyen movimientos que no se conocían entre sí, que parecían lejanos en sus reivindicaciones, que portan percepciones de la realidad muy diferentes y que en muchas ocasiones apuntan hacia direcciones contrarias. Sin embargo confluyen, discuten, se reconocen y se articulan.