Los grupos de autodefensa en Michoacán
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Proponemos una caracterización general de lo vivido en Michoacán desde la perspectiva nacional, ordenada por la construcción de escenarios alternativos que oscilan entre dos extremos: ¿la irrupción de las autodefensas es una pieza más de la estrategia de guerra en la que estos grupos se convierten en relevo para aplicar las políticas represivas del régimen? o bien ¿las autodefensas abren la vía para que se instalen dispositivos que neutralicen las tecnologías sociales de la guerra, no sólo desterrando al crimen organizado sino imponiendo a los gobiernos de los tres niveles, límites mínimos de respeto de la vida de las personas y de las actividades económicas y sociales de las comunidades?
El año 2013 será recordado por la irrupción de un actor que rompió los engranajes de la guerra en México: las llamadas autodefensas en Michoacán. Estos grupos pusieron en cuestión las medidas con las que el gobierno federal ha pretendido combatir la inseguridad pública y a los grupos delictivos: las autodefensas ocuparon el espacio dejado por las omisiones y complicidades de las autoridades frente a grupos como La familia y Los caballeros templarios. Esta irrupción tuvo dos rasgos radicales: la ocupación/recuperación del territorio y el recurso a la lucha armada; y con ello se puso en evidencia la bancarrota social y política de la modernización autoritaria impulsada en los últimos 14 años.
Aunque falta mucho análisis por realizar, a dos años del cambio de gobierno, es posible afirmar el fracaso de las estrategias aplicadas tanto por el gobierno de Felipe Calderón como por el de Peña Nieto: lejos de mejorar la seguridad pública y terminar o al menos acotar al crimen organizado, ambas presidencias han sumido al país en un interminable baño de sangre. Es de sobra conocido el saldo de la administración de Felipe Calderón (2006-2012) en el terreno de los asesinatos, las desapariciones y el desplazamiento de población, todos ligados con la violencia.
Los datos de la actual administración no dan señales de cambio. El semanario Zeta (2014) publicó el siguiente balance en lo que toca a los “asesinatos violentos” en México: “del 1 de diciembre de 2012 al 31 de octubre de 2014 sucedieron en el país 41 mil 015 homicidios dolosos, cifra que incluye las 'Ejecuciones’, 'Enfrentamientos’, 'Homicidios-Agresiones’, los homicidios dolosos producto del narcomenudeo y los asesinatos intencionales cometidos con arma de fuego de alto calibre o con el tiro de gracia; evidentemente, los datos duros son superiores a las 33 mil 239 'averiguaciones previas’ por homicidio doloso que reporta el gobierno federal en el mismo lapso”.
Otra parte de esta tragedia es la de los desaparecidos, un tema en el que la información oficial es más vaga e imprecisa. En agosto de 2014, la subprocuradora Jurídica y de Asuntos Internacionales de la Procuraduría General de la República, Mariana Benítez Tiburcio (2014), informó de al menos 9 790 casos de “personas no localizadas” durante los primeros 20 meses del gobierno de Peña Nieto. Estas enormes pérdidas humanas ponen en perspectiva la importancia de los grupos de autodefensa en Michoacán, dado que durante casi un año lograron reducciones sustanciales de las pérdidas humanas en las regiones que controlaban.
En este texto destacamos el papel jugado por los grupos de autodefensa al abrir escenarios de transformación de las relaciones de poder, en una situación límite como era la del dominio de los grupos criminales en ese estado. Nuestra aproximación propone tres cuestiones generales para trazar un panorama de lo sucedido en Michoacán a partir de febrero de 2013: ¿cuáles son las riquezas en disputa? ¿cómo podemos caracterizar la irrupción de los grupos de autodefensa? y, finalmente, ¿cuáles son los resultados de las acciones de las autodefensas, en escala local y nacional?
A partir de estos cuestionamientos, proponemos una caracterización general de lo vivido en Michoacán desde la perspectiva nacional, ordenada por la construcción de escenarios alternativos que oscilan entre dos extremos: ¿la irrupción de las autodefensas es una pieza más de la estrategia de guerra en la que estos grupos se convierten en relevo para aplicar las políticas represivas del régimen? o bien ¿las autodefensas abren la vía para que se instalen dispositivos que neutralicen las tecnologías sociales de la guerra, no sólo desterrando al crimen organizado sino imponiendo a los gobiernos de los tres niveles, límites mínimos de respeto de la vida de las personas y de las actividades económicas y sociales de las comunidades?
Siguiendo los análisis de E. P. Thompson, centramos nuestra mirada en las “realizaciones culturales” alcanzadas por los grupos de autodefensa en Michoacán que reivindicaron la posibilidad de la no cooperación con el poder y de “modificar la forma de gobierno” , en medio del ascenso de un autoritarismo cada vez más rígido y que está virando aceleradamente hacia comportamientos criminales. En ese sentido, nuestro trabajo no es un recuento exhaustivo ni una explicación general de lo vivido en Michoacán desde febrero de 2013 a la fecha, sino una primera aproximación que caracteriza estos hechos como un levantamiento popular.
El texto completo se puede leer en el documento adjunto, disponible para lectura y descarga directa
Se incluye una cronología de los acontecimientos entre el febrero de 2013 a diciembre de 2014, con información del diario La Jornada