Recuperando los verbos

Autores

Esta obra recuerda que el problema no está en el estado, por lo tanto tampoco sus soluciones. El dilema tiene dos grandes dimensiones, la primera relativa a las acciones cotidianas, entre aquellas que reproducen la lógica del sistema capitalista y las que intentan salir de él. La segunda refiere a los mecanismos sociales para tratar de entender este conflicto entre los haceres cotidianos. Más allá de instituciones y de promesas del tiempo del progreso, el libro sugiere pensar en prácticas y en verbos, ir más allá de la lucha por el estado y reconocer las luchas por autonomizar, superar los debates por la escuela y pensar en el educar, dejar atrás las diatribas por las casas y centrar la atención en el habitar. En este sentido, la crisis no se mira como un momento de indecisión, una etapa de suspenso, sino como un cambio radical necesario que está en disputa.

La repetición incesante de ciertas palabras suele expresar tres cosas contrapuestas: o lo inevitable de lo que la palabra designa o la necesidad de mantener vigente una parte de la realidad o la falta de imaginación para dar cuenta de lo expresado con otros términos. La palabra crisis es tan común en el lenguaje cotidiano que es difícil reconocer a qué refiere; en ocasiones parece que designa algo inefable, para lo que aún no tenemos palabras; o por el contrario, es un aviso de que estamos en el terreno de la catástrofe. El abuso del término crisis lo vacía de contenido, convirtiéndolo en un referente insustancial, en una palabra que señala muchas cosas carentes de profundidad.

¿Qué sentido tiene entonces hablar de la crisis? ¿Qué puede decir de nuevo un libro sobre ella? ¿Puede un conjunto de ensayos ayudarnos a salir de las trampas del lenguaje para construir un discurso crítico? En principio, hay que reconocer que por mucho que se diga y escriba sobre la crisis quedan cosas por ser reflexionadas, entre ellas la necesidad de adjetivarla y problematizarla, para dar cuenta de sus características específicas. Este es uno de los retos que asume el libro coordinado por Raúl Ornelas, Crisis civilizatoria y superación del capitalismo.

El material reúne interpretaciones de cuatro de las más sugerentes mentes críticas que hay en América Latina hoy, bajo una clave de lectura que trasciende los discursos fatalistas o resignados ante el estado de cosas imperantes. Los cuatro ensayos no sólo recalcan lo multidimensional y complejo de la crisis actual, también establecen un contrapunto analítico: pensar las crisis desde las alternativas.

El libro es resultado de un ciclo de conferencias organizadas por el Observatorio Latinoamericano de Geopolítica en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, durante 2010, en el que participaron Armando Bartra, Ana Esther Ceceña, Gustavo Esteva y John Holloway. Cada uno discutió desde sus perspectivas analíticas el carácter de la crisis contemporánea y los procesos prácticos que la resisten y la combaten.

Un punto de acuerdo en los ensayos es el que la situación actual expresa una crisis civilizatoria, no sólo una crisis económica o una crisis de legitimad política o una crisis ecológica. El énfasis en el carácter civilizatorio de la crisis posiciona el debate en un terreno poco abordado hasta ahora, ya que se suele enfocar la discusión en las dimensiones productivas o políticas de la vida social. Los cuatro ensayos demuestran que la crisis actual es más que un desarreglo de las formas económicas o de las dinámicas de convivencia social; manifiesta, por el contrario, el desgaste y agotamiento del modelo social construido por la modernidad capitalista. Estamos ante un complejo proceso en el que se redefine la vida en el planeta como hasta ahora la conocemos.

La crisis civilizatoria se expresa en múltiples niveles de la vida social. Entre ellos el epistemológico. En este punto el libro es una lúcida respuesta al reto por entender críticamente la realidad. No sólo se enuncia el límite de la creatividad humana como parte de la crisis, sino que se trata de salir de él, encarándolo y proponiendo alternativas. La afronta epistemológica que desarrolla el libro subvierte las clásicas y jerárquicas relaciones de producción de saberes; no son más los intelectuales los que dicen al mundo lo que debe de hacer. El libro deja de pensar como reales las abstracciones teóricas y pone atención en las diputas cotidianas en las que se vive, reproduce, resiste y subvierte la crisis civilizatoria.

Ahora son los intelectuales encarnados en la lucha por la transformación social los que aprenden a mirar la realidad de miles de personas que día a día construyen alternativas, que agrietan, en palabras de Holloway, el sistema capitalista; que reordenan la vida desde la plenitud, diría Ceceña, tomando como principio articulador la escala humana, como lo señala Esteva. El libro demuestra que la respuesta a la crisis civilizatoria no sólo está en los gabinetes de las universidades, sino en las calles, en los territorios en resistencia, en las prácticas que no se dejan socavar por la dinámica capitalista.

Esta perspectiva permite pensar a la crisis civilizatoria como un proceso en disputa, no como un fin anunciado al que sólo queda esperar sentados. Es por ello que los cuatro autores leen la crisis a través de los proyectos alternativos de civilización que junto con ella existen, reconociendo su doble dimensión: como respuestas a los límites de la vida dentro del capitalismo y como articulaciones de sociales de larga duración. Al igual que la crisis civilizatoria, las alternativas se han gestado desde hace mucho tiempo. Ambas realidades no son resultados inmediatos, sino consecuencias de tiempos históricos largos.

Sin caer en discursos triunfalistas o idealistas los cuatro ensayos analizan el tiempo presente desde las luchas por definir de otra manera la vida humana y la vida en general del planeta. Desde la óptica del buen vivir Ana Esther Ceceña mira los límites de la racionalidad moderna capitalista; Gustavo Esteva hace una narrativa paralela para entender la crisis civilizatoria a partir de la insurrección en curso en múltiples escales y geografías planetarias; John Holloway recalca el papel central que tiene el trabajo abstracto en la crisis del sistema capitalista; Armando Bartra señala detalladamente los campos de lucha que componen a la presente crisis, que la hacen una emergencia polimorfa pero unitaria (tensión alimentaria, límites ambientales, movilidad de personas en condiciones inhumanas, etc.), para concluir que estamos ante una batalla que no podemos perder.

La crisis civilizatoria no se mira aislada, sino dialécticamente, desde la posibilidad de su superación. En los cuatro casos se pone en énfasis la necesidad de entender a la crisis civilizatoria y sus posibles salidas como procesos prácticos, no como resultados inevitables o imposibles. Mirar la realidad como un conjunto complejo de acciones permite reconocer que son los humanos los que día a día construyen el mundo y son esos mismos humanos los que pueden hacer posible otro orden de cosas. Pensar en prácticas y procesos permite ir mirar más allá de las instituciones, para recolocar el carácter político de la vida humana que ha sido enajenado en la modernidad capitalista.

La crisis no es resultado de la ineficiencia de las instituciones capitalistas, su multidimensionalidad reside en las prácticas, en la tensión entre el trabajo abstracto de la vida capitalista y el hacer de la vida autónoma, como lo señala Holloway. No es el sólo el proceso productivo la causa absoluta de la crisis, hay disputas poco atendidas en los terrenos de la reproducción, de las relaciones de género y las relaciones culturales, como muestra Ceceña. No hay crisis sin sujetos que disputen el sentido del tiempo presente, recuperando para ello las enseñanzas del pasado, advierte Bartra. La disputa se vive fuera de las instituciones, está en la fábrica social y el las luchas populares, destaca Esteva.

Crisis civilizatoria y superación del capitalismo recuerda que el problema no está en el estado, por lo tanto tampoco sus soluciones. El dilema tiene dos grandes dimensiones, la primera relativa a las acciones cotidianas, entre aquellas que reproducen la lógica del sistema capitalista y las que intentan salir de él. La segunda refiere a los mecanismos sociales para tratar de entender este conflicto entre los haceres cotidianos. Más allá de instituciones y de promesas del tiempo del progreso, el libro sugiere pensar en prácticas y en verbos, ir más allá de la lucha por el estado y reconocer las luchas por autonomizar, superar los debates por la escuela y pensar en el educar, dejar atrás las diatribas por las casas y centrar la atención en el habitar. En este sentido, la crisis no se mira como un momento de indecisión, una etapa de suspenso, sino como un cambio radical necesario que está en disputa.

Si la crisis es del proyecto civilizatorio capitalista, las respuestas no pueden estar sólo en el terreno de la política o en el terreno de lo económico. El reto es mayor, estamos ante la necesidad de imaginar otro tipo de vida social en el que las relaciones de lo humano con las distintas formas de vida que habitan el planeta se desarrollen de múltiples maneras. Los ensayos reunidos en este libro tratan de presentar un análisis acorde con esta forma de entender el presente. Cada uno de los textos expone formas críticas para analizar la realidad actual, para entenderla como un campo abierto a las posibilidades, aunque marcado por la premura. La salida adecuada a la crisis civilizatoria no está garantizada, ni tampoco el arribo a un estadio de mejores condiciones para la vida del planeta. La crisis es un umbral, queda mucho por descubrir de él, pero sólo una actitud crítica nos permitirá encararlo y traspasarlo. Crisis civilizatoria y superación del capitalismo es sin duda un arma de lucha para el pensamiento crítico contemporáneo, restituye el sentido de las palabras y construye con ellas acciones para el presente.

Descarga el libro completo

 

 

 

crisis

Tipo de contenido geopolítica